Cómo se salva una tristeza
cuando impunemente entra en nuestro día
acodándose en la boca del estómago
temblando un sueño en picada libre
y rumiando soledad?
Quien podría defenderla de la resistencia feroz
del instinto impúdico de un nuevo comienzo
y de la firmeza del corazón
apretándole las nalgas?