Escribir puede ser un viaje hacia el centro de uno mismo. Un despellejarse y ofrecerse en carne viva. Una forma de liberación. Esa liberación que nos hace esclavos de la libertad, porque ya no es posible concebir otra forma. Escribir puede ser santo, muerte, vísceras, sangre, confesión, locura, demonios, eternidad. Escribir puede romper las reglas de las estructuras y atravesar el tiempo si tenemos el ímpetu y la valentía. O puede ser nada más que un epitafio.









viernes, 17 de agosto de 2012

XII

Con las pupilas clavadas en el vacío
y una sensación de flotar sin tiempo
casi sin historia,
cuando Cronos me guiña,
un remolino se lleva una cuota más
de lo que nunca quise
de lo que adoré
de un eslabón de mis vértebras
Me acerco...
me alejo...
me acerco...
me alejo...
La vida cobra sentido.
La vida cobra el sentido
y no tengo qué pagarle.
He perdido parte del miedo.
El dolor puesto en el blanco
fue acribillado por un suspiro
Y mientras mis dedos articulan estas palabras
unas lágrimas dicen que no es cierto