Escribir puede ser un viaje hacia el centro de uno mismo. Un despellejarse y ofrecerse en carne viva. Una forma de liberación. Esa liberación que nos hace esclavos de la libertad, porque ya no es posible concebir otra forma. Escribir puede ser santo, muerte, vísceras, sangre, confesión, locura, demonios, eternidad. Escribir puede romper las reglas de las estructuras y atravesar el tiempo si tenemos el ímpetu y la valentía. O puede ser nada más que un epitafio.









jueves, 8 de mayo de 2014

Agotar el cielo

La peor forma de agotar el cielo
ha sido bajar las estrellas de una en una.
Restregarles su tal vez
su relativa lucidez
su falta de rumbo...
Yo, que como toda brújula tenía la cruz del sur
me sentí perdida
Abocada a encontrar otra guía
algo que me diga
si son necesarios los remos
o la salida
que confirme que la renuncia es legítima
cuando el móvil ya no se asemeja
siquiera
al punto de partida
Que incluso me quite el ánimo
para pintar mis túneles
mis roídos espacios
mi tenue claridad
Una triste marca se aproxima
No me llegan palabras sobre el honor
y la valentía.
Eso sí para mi es relativo
cuando el paisaje se ha transformado en ironía
Cuando hay versos que saltan del ahogo
del compromiso inefable con la vida
y cualquier escupitajo los macera
los digiere
les degrada su esencia.
Admitamos el encanto de estar cómodos
Yo, con mi desequilibrio enfermo
Otros, con la compañía.