Escribir puede ser un viaje hacia el centro de uno mismo. Un despellejarse y ofrecerse en carne viva. Una forma de liberación. Esa liberación que nos hace esclavos de la libertad, porque ya no es posible concebir otra forma. Escribir puede ser santo, muerte, vísceras, sangre, confesión, locura, demonios, eternidad. Escribir puede romper las reglas de las estructuras y atravesar el tiempo si tenemos el ímpetu y la valentía. O puede ser nada más que un epitafio.









jueves, 15 de diciembre de 2016

ESPEJOS

Espejos que no duemen
que asaltan los diálogos más firmes
que toman el insomnio como sede
y cuartean de rojo las pupilas
Espejos silenciosos
que roen sin tregua las respuestas
y deshilvanan la sustancia que las ata