Escribir puede ser un viaje hacia el centro de uno mismo. Un despellejarse y ofrecerse en carne viva. Una forma de liberación. Esa liberación que nos hace esclavos de la libertad, porque ya no es posible concebir otra forma. Escribir puede ser santo, muerte, vísceras, sangre, confesión, locura, demonios, eternidad. Escribir puede romper las reglas de las estructuras y atravesar el tiempo si tenemos el ímpetu y la valentía. O puede ser nada más que un epitafio.









sábado, 16 de noviembre de 2013

De Constelaciones

Allí y aquí
donde la vida se escapa de los márgenes
y un espiral sin tiempo se abre a lo eterno
el cielo y mi centro
convergen

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