Escribir puede ser un viaje hacia el centro de uno mismo. Un despellejarse y ofrecerse en carne viva. Una forma de liberación. Esa liberación que nos hace esclavos de la libertad, porque ya no es posible concebir otra forma. Escribir puede ser santo, muerte, vísceras, sangre, confesión, locura, demonios, eternidad. Escribir puede romper las reglas de las estructuras y atravesar el tiempo si tenemos el ímpetu y la valentía. O puede ser nada más que un epitafio.









jueves, 31 de octubre de 2013

XX

Suspendido en la distancia
entre la mirada y el horizonte
con una sombra duplicando el vuelo
y toda esa presencia intacta
La inmensidad danza a la mañana
con un violín atacando
la forma de la magia
Una ráfaga de dudas
lo salpica en forma de vértigo
y un coro le explota en alabanzas
Desciende a lo pequeño
cada vez que suelta su traje y su corbata
cada vez que anida en los techos del silencio
para encontrar el hilo
que une el infinito con lo bello

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